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Derecho Natural a La Familia (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

La Historia nos
tiene acostumbrados a un sin numero de tropelías que se
han ejercido en nombre de la justicia de
este mundo, y que de alguna manera vemos normal. Desde las
injusticias cometidas por su propia incapacidad o ineficacia, en
errores y negligencias, hasta las cometidas por su parcialidad o
alineación con intereses o connivencia con los poderes
establecido. Actuaciones injustas, conscientes y sabedores en
mayor o menor medida, y ante el que muchas veces hemos encogido
los hombros. La Justicia puede ser injusta por muchas razones,
incluso poro razones justificadas de insuficiencia de medios o por
el propio error humano, pero lo que no puede ser, es ciega e
inconsciente de los resultados que produce:

Así, esa venda de la imparcialidad que cubre los ojos
de esa "Señora" que en justo equilibrio de
integridad y firmeza, dirige el destino de millones de personas,
puede llegar a ser su más grave paradoja.

Por lo tanto: En la calle, en el paro, alejado
de mis hijos, anuladas mis funciones de
padre más que a un puro reducto testimonial y funciones
puramente materiales, y
sin nada mejor que hacer que procurar por la responsabilidad que en su momento asumí al
traer a mis hijos a la vida..

COMO ERRADICAR LOS ACCIDENTES DE
TRÁFICO

Me parecía oportuno hacer esta introducción haciendo referencia y
preparando al lector sobre las ideas un tanto utópicas que
aquí se va a encontrar. Es inevitable para mí, que
cualquier planteamiento nuevo o diferente sobre cualquier
cuestión que tenga que ver, o comparase con la realidad de
este mundo, revista esta
característica. Como quiera que todas mis ocurrencias
siempre hayan tenido en mayor o menor medida esta
objeción, no puedo por menos que hacer esta nota
aclaratoria para empezar, y para ello nada mejor que utilizar una
carta relativa
a un trabajo
anterior sobre los accidentes de tráfico, en el qué
en este libro pongo un
resumen. Una carta titulada:

11 S : Un sueño y una utopía

Un minuto de silencio por las víctimas inocentes de la
violencia (de
accidente de tráfico) al 11 de septiembre:
«…»

Es mi último minuto de silencio en este foro. Para finalizar, quiero
agradecer en primer lugar al titular del foro que me haya
permitido exponer sin limitaciones mi punto de vista sobre los
accidentes de tráfico. Para mí, tal posibilidad ha
servido para hacerme una idea más formada, que de no
haberse dado, hubiese sido poco probable desarrollar en muchos de
los aspectos aquí tratados. Verme
en esta situación de «como si fuera a ser»,
con el estímulo que supone dirigirse a un potencial
grupo de
lectores, ha sido, a pesar de mi limitada experiencia y
conocimientos, y de no tener los medios necesarios, quizá
más fructífero, por cuanto ha exigido avanzar en
líneas no convencionales, que requerían profundizar
en otros aspectos del problema y que han demostrado ser de vital
importancia.

A su vez, y para mi sorpresa, el curso de esta idea ha ido
tomando derroteros imprevistos, experiencias insospechadas que la
vida ha ido poniendo paralelamente a este sueño, y ha
puesto de relevancia aspectos generalmente desestimados, que sin
embargo han llegado a ser piedras maestras.

Sí, he dicho bien: Un sueño. Mi naturaleza
más bien pragmática, materialista, hasta hace bien
poco, tenía que tropezar con este obstáculo y solo
permitía dos alternativas: o abandonar la idea, o
descubrir la parte de realidad que pueda haber en los
sueños. Y mira por dónde, los sueños parecen
desvelarse como una realidad mucho más sólida y
abarcante que su propia materialización física. Sostenida por
otros parámetros espacio temporales, si se quiere llamar
así, pero que la hacen superior. Yo diría que es la
concreción de un proyecto o una
idea en su soporte atemporal, y por lo tanto infinitamente
á??con todo su significado matemáticoá??
más importantes que su propia proyección o
materialización.

Un sueño es como la cinta de celuloide de una
película; su contenido está siempre presente, de
principio a fin, permanentemente en toda su extensión,
detalles y matices. Su proyección en el tiempo y en el
espacio es algo momentáneo y a su vez efímero.
¿Qué es más interesante, poseer la cinta de
la película o ver una proyección?

O dicho de otro modo: ¿Cuál de las dos cosas se
pueden poseer? Cuando se tiene la cinta, tarde o temprano su
proyección se hace inevitable. Los sueños,
además, llevan su propia energía, su propia
luz de
proyección. Solo se tiene que esperar a que encuentren su
momento, su secuencia dentro de este escenario donde se proyecta
la creación, y eso es inevitable que pronto o tarde
llegue.

Todos los sueños se cumplen, hasta los más
disparatados e insensatos; no hay nada que pueda oponerse a la
manifestación de un sueño. Precisamente en este
planeta es donde se cumplen los más insólitos,
absurdos y extremados: Sueños egoístas, perversos,
de dominación, despóticos, totalitarios, con todo
tipo de excesos inimaginables según la mente del propio
soñador, y sin embargo, por crueles, disparatados o
excéntricos que sean, tienen su momento de
proyección física, de realidad en la Tierra.
También hay sueños de superación y competitividad, creativos, artísticos…
Pintores, músicos, escritores, deportistas,
científicos, etc., que viven sus sueños largamente
forjados y acariciados.

Cada uno de nosotros, sin excepción, tiene su
sueño, que tarde o tempranos volverá con toda la
energía y fuerza que
hemos ido almacenando con nuestros deseos y aspiraciones, y al
que tarde o temprano tendremos que descubrir y entregarnos.

En una ocasión se le preguntó a Nisargadatta
Maharaj, maestro de sabiduría, sobre la posibilidad de que
se cumplan los deseos, y contesta:

Estos siempre se cumplen cuando son suficientemente fuertes
y duraderos. Cuando su deseo no es claro ni fuerte, no puede
tomar forma. Además si sus deseos son personales, para su
propio goce, la energía que usted les da necesariamente es
limitada: no puede ser más que la que usted tiene.

¿Y los deseos no egoístas?

Cuando desea el bien común, el mundo entero desea
con usted. Haga el deseo de la Humanidad el suyo propio y trabaje
por ello. Ahí no puede fallar.

Efectivamente, los sueños desinteresados son los que
más posibilidades tienen, pero se puede observar
también que las dificultades para que se materialicen
pueden ser bastante más notables, precisamente porque sus
dificultades no están en la propia concepción del
sueño o en acumular la energía necesaria, sino en
asegurarse que no sea un sueño egoísta. Y esto
tiene dificultades muy sencillas y elementales de ver (de ver en
los demás claro), pero difíciles de ver en nosotros
mismos, y más difícil aún de evitar. Y en
materia de
la
personalidad entramos en un terreno muy escurridizo, donde
nos solemos autojustificar y autoengañar inconscientemente
con mucha facilidad y por tal motivo suele ser difícil
limar ese tipo de asperezas de nuestra personalidad.

Por tanto, una vez concretada mas o menos la idea y a espera
que se de la segunda condición para que este deseo de
alguna manera pueda encajar con el deseo del mundo, ahora es
quizás el momento de dejar que este sueño tome su
propio camino. Los sueños son como las semillas: En ellas,
aunque en tamaño muy pequeño, van los
códigos, los negativos que se proyectarán, bien con
toda grandeza y majestuosidad, o bien con toda miseria y vileza,
en función
de nuestras verdaderas intenciones y condición. En
cualquier caso, las semillas tienen que lanzarse a la tierra y
perderse en ella. Tarde o temprano las energías de todo
el universo
serán invocadas para qué, esté donde
esté, germine y de sus frutos.

Aunque como he referido, una parte importante de este trabajo
está dirigido a sugerir esta necesidad a la gente,
procurando exponer los diferentes aspectos de las
responsabilidades que implican a cada cual, haciendo
hincapié y acentuando la verdadera intensidad y
dimensión de este drama que tenemos en nuestras carreteras
de los accidentes de tráfico, para situarlo en su justo
lugar dentro de la lista de prioridades sociales, no quisiera
terminar dejando una imagen y una
sensación excesivamente dramática, y en especial de
desesperanza respecto a este problema, pues en realidad los
avances
tecnológicos y la concienciación social le van
ganando poco a poco terreno a esta desgracia. Aunque el
número de accidentes y víctimas pueda ser similar
al de décadas anteriores, su índice respecto al
volumen del
parque automovilístico actual, o respecto a la intensidad
de su movimiento
circulatorio, es sustancialmente inferior y año tras
año va, aunque lentamente, mejorando esta relación.
Esto es lo que de verdad importa, y ciertamente, aunque a muy a
largo plazo, son cifras esperanzadoras.

Evidentemente, es un proceso lento;
puesto que está prácticamente todo por hacer, y su
avance depende de actuaciones aisladas sin apoyo social,
iniciativas particulares impulsadas básicamente por
intereses económicos, actuaciones secundarias de los
estados, que se empeñas en solucionar el problema
especialmente presionando con medidas tan denigrantes para una
sociedad que
pretende ser adulta, como es el castigo, con lo cual el problema
se me hace mucho más difícil de soslayar, y
especialmente cuanto la vida no ha tenido mejor opción
á??no dudo que para biená?? que situarme en esta
atalaya que es el camión y ser espectador cotidiano de
esta desgracia.

A fin de ir terminando, y haciendo hincapié en ese
consejo, o sugerencia con la que solía terminar algunas de
mis cartas, haciendo
referencia a esa actitud
individual, de sensibilización y preocupación ante
los problemas de
los demás, que aporta no solo soluciones
inmediatas y particulares, sino soluciones globales que fomentan
un clima de
verdadera confianza y seguridad. Sin
embargo quiero terminar en esta ocasión dejando que sea la
Palabra Autorizada de un Maestro de Sabiduría que son
precisamente quienes nos desvelan la realidad de este mundo con
relación a nuestro ser, y orientan con acierto sobre
nuestros primeros y torpes pasos. Pero antes, os tengo que poner
en antecedentes, por los que para mí, han supuesto estas
palabras llegando a alcanzar un especial significado.

Hoy, 11 de septiembre, es un día especial. Todos los 11
de septiembre lo son para mí, pero en ese mismo día
del año 2001, coincidiendo con los atentados a las torres
gemelas de Nueva York. Se vuelve para mí un día
especialmente triste. Son muchas coincidencias personales las que
se sucede en ese día y que parecen señalar en un
sentido y en un significado que sinceramente, todavía no
he llegado a comprender.

Con el ánimo encogido, sin saber qué pensar,
invadido por la tristeza que pueda suponer presenciar tanta
insensatez, barbarie y dolor, y a su vez estar poseído por
la mayor de las incertidumbres, transcurre un día que
quizá haya marcado un antes y un después en mi
vida.

Cuando esa noche me dispongo a descansar, siguiendo la
costumbre de leer algunas frases de mi libro de cabecera,
quizá ahora con la esperanza de encontrar en ellas
algún consuelo, observo que el indicador de
páginas, la cinta separador, se encuentra fuera de su
lugar, algo que creo no me ha ocurrido nunca. Pero no importa, no
es un texto que
necesite un orden en su lectura. Lo
abro al azar y empiezo a leer de nuevo palabras que en este libro
han sido siempre para mí auténticas joyas de
sabiduría y que día a día han venido
calmando el anhelo y la necesidad de poder conocer
y comprender mejor este mundo. Pero en esta ocasión, en
este día, esas palabras "elegidas al azar", prenden de su
propia naturaleza ígnea y descienden fulminantes,
traspasando la capa efímera de mi memoria y
quedándose grabadas a fuego en mí ser.

Os dejo con la sabiduría, con la Palabra Autorizada de
Sri Nisargadatta Maharaj:

Una vez haya entendido que el mundo es el amor en
acción,
lo mirará usted de forma muy distinta. Pero primero debe
cambiar su actitud frente al sufrimiento. El sufrimiento es
primariamente una llamada de atención, lo que en sí mismo es un
movimiento del amor.
Más que felicidad, el amor quiere crecimiento, la
profundización y ensanchamiento de la consciencia y el
ser.

Cualquier cosa que lo impida se convierte en causa de
dolor, y el amor no se encoge ante el dolor. La energía
que trabaja en pos de la rectitud y el desarrollo
ordenado no debe ser contrarrestada.

Cuando se la obstruye, se vuelve contra sí misma y
se hace destructiva. Cuando quiera que el amor sea negado y se
permita la expansión del sufrimiento, la guerra se
volverá inevitable.

Nuestra indiferencia hacia la aflicción del vecino
trae el sufrimiento a nuestra puerta.

* * *

Un sueño utópico es un sueño irrealizable
en sus objetivos.
Pero, ¡ojo!, no porque sea idílico,
fantástico o absurdo, sino porque en sí mismo lleva
un mecanismo de contradicción que bloquea el resultado que
persigue. Como hemos referido antes, todos los sueños, por
muy excéntricos, brutales o inimaginables que sean, tienen
su momento y su escenario. En este planeta precisamente se
realiza ese tipo de sueños, fruto en muchas ocasiones de
mentes retorcidas y perversas al extremo, que se rigen puramente
por el egoísmo, el orgullo, el exceso, la complacencia,
etc., que solo siembran desgracia y miseria allá por donde
pasan y extienden sus dominios, a veces de forma devastadora. Y
si aun así esos sueños se cumplen,
¿Cómo no se van cumplir sueños en mundos con
deseos de felicidad, maravillosos, llenos de magia,
fantasía y creatividad,
es decir, los que llamamos erróneamente utópicos?
Ciertamente, sí existen sueños utópicos,
pero su imposible realización o efímera brevedad,
es solo un problema del mecanismo interno del sueño.
Aunque igualmente tienen su momento de proyección, nunca
consiguen la finalidad que pretenden o con la que se justifican.
Y esto ocurre cuando los medios que se proporcionan para que
pudiese ser un sueño elevado, se utilizan como una
finalidad en si mismo. Esa contradicción bloquea cualquier
avance en la finalidad que se pretende, perjudicando
especialmente al propio soñador.

Os pongo un ejemplo: El dinero es
un medio para obtener y realizar muchos deseos, es energía
de creatividad. Su potencial máximo se logra cuando se
utiliza bien y en su totalidad, pero en cualquier caso como un
medio. Si la condición humana de apego al dinero lo toma
como finalidad y se dedica a retenerlo y acumularlo, se
inmoviliza su finalidad y capacidad productiva y creadora,
haciendo que todo ese potencial se quede en un mínimo y
asfixiante resquicio, en un frágil equilibrio de
supervivencia para el conjunto. Y esto que es pobreza para todo
el conjunto, lo es también y especialmente para el que
actúa así, aunque a corto plazo de otra
sensación, o haya otra percepción.

Pongamos otro ejemplo, haciendo una analogía con un
mecanismo físico, de tipo doméstico: El sistema por el
que se regula el llenado y el nivel de agua de una
cisterna de inodoro. La combinación del mecanismo boya y
válvula de cierre tiene como finalidad llenar y mantener
un determinado nivel de agua en el depósito. Pero si ese
mecanismo, boya-palanca-válvula, que cierra y limita la
entrada de agua, se pretendiese utilizar para ir reduciendo el
nivel del agua hasta su vaciado, nos encontraríamos con la
contradicción de que la finalidad, que es, que descienda
el nivel, se convertiría en un medio para restringir la
entrada de agua.

Con los accidentes de tráfico, que se pretenden
erradicar por medio del mecanismo de concienciación:
castigo-temor, ocurre lo mismo: En el momento en que se reduce el
nivel de siniestralidad, los argumentos y las razones de
concienciación que encienden la alarma social y justifican
el uso del castigo como medio y fuerza para restringir el paso de
entrada de más siniestros disminuye también. De tal
forma que es imprescindible un determinado nivel de
siniestralidad para poder concienciar o aleccionar, y así
limitar la "entrada" de más siniestros. Se puede actuar
sobre el tornillo regulador, atornillando incluso al
límite de su recorrido, es decir, incrementando al
máximo la dureza del castigo; pero el funcionamiento del
mecanismo, aunque éste llegue a su máxima
tensión, exigirá siempre, en mayor o menor medida,
un determinado nivel de siniestros para que la gente acepte una
medida tan impopular y denigrante como el castigo. Por lo tanto,
pretender erradicar los accidentes de tráfico por medio de
la represión y el castigo es un sueño
utópico, indeterminado, sin fin.

* * *

No hay nada que esté fuera del alcance de nuestra
voluntad creadora. Si esta es firme y duradera pronto o tarde
todo se ha de materializar, si bien necesitamos un tiempo para
el aprendizaje
y para que nuestras aspiraciones sean lo más elevadas y
legítimas posibles, y así nuestros sueños a
la larga no nos perjudiquen. Sabremos que un sueño no nos
perjudicará, cuando crecer en él, significa crecer
con todos los demás, a la par, sin diferenciaciones.

Utopía es todo sueño del que no somos dignos, o,
merecedores.

De los dramáticos e inquietantes acontecimientos de
aquel día, no se que ha podido significar para nuestra
civilización o en qué la va a poder cambiar, pero
sin ninguna duda, el 11 de Septiembre del año 2001, fue la
fecha de nacimiento de un sueño y una utopía.

LA INMENSA RIQUEZA DE LAS
IDEAS Y EL CAMBIO
CLIMÁTICO

Las ideas son el mayor potencial de riqueza de una sociedad,
sin embargo es lo más difícil de proteger. Son
fáciles de robar, pero no solo porque sea difícil y
costoso especificar y proteger su propiedad,
sino por que además, quien las roba no tiene suficiente
conciencia de que
está robado una cosa de gran valor. Me ha
ocurrido: Esa idea que me robo esa persona, a mi me
hubiese reportando un notable beneficio. Si ese beneficio
materializado en dinero, esa persona tuviese que
quitármelo del bolsillo, seguramente su moral y
honestidad se lo
hubiese impedido.

Para la persona que toma una idea y la explota porque tiene
los medios para ello, considera que hace la práctica
totalidad del esfuerzo en la materialización de la idea.
Desarrollar la idea, experimentarla, perfeccionarla, ponerla en
producción, promocionarla, distribuirla y
venderla. La parte de importancia que tiene la idea en
embrión, en todo ese proceso es mínima,
inapreciable y por tanto la persona que hace uso de esa idea no
tiene conciencia de que se le esté quitando nada de
importancia a nadie. Sin embargo todo ese potencial y medios para
desarrollar la idea no hubiese servido de nada sin la idea, y a
la inversa. Quiere decirse qué entre la idea y los medios
para materializarla hay justo un cincuenta por cien de razones de
necesidad mutua y derechos compartidos. Pero
no hay conciencia de ello, y permitimos robarnos de esta forma
con suma facilidad. Y cuando permitimos robarnos de esta forma
tan abierta y descontrolada ocurre que todo se empobrece.

Imaginemos que los medios de protección del dinero
fuesen totalmente vulnerables a ser robado o falsificado, e
incluso cuando lo cogiéramos por lo accesible, no
tuviésemos conciencia clara de que estamos robando.
Pregunto: ¿Quien trabajaría por dinero? Nadie.
Todos tendríamos reticencia a trabajar y acumular nuestra
riqueza en ese soporte, por miedo a que nos la quitasen. Y esto
significaría que la gente apenas trabajaría o lo
haría los justo e imprescindible para sobrevivir.
¿Nos imaginamos que la gente tenga miedo a trabajar y
desarrollar todo su potencial productivo? Gracias a que hay las
medidas de protección necesarias y suficientemente
efectivos de la propiedad material, esto no ocurre y nuestra
sociedad es prospera y con gran crecimiento. Proteger nuestras
riquezas materiales mediante ese soporte físico que es el
dinero es fácil, es un medio colectivo al alcance de
todos, bastante seguro y eficaz.
Pero proteger la riqueza de una idea con todo su desarrollo y
proceso de patentes es muy costoso y no es segura su rentabilidad.

Si nosotros vamos al origen de nuestros logros sociales y
elevada calidad de
vida, vemos que toda nuestra prosperidad material está
basada en avances y tecnologías que primero han sido
ideas. Y que hay gente, poca gente, que ha tenido la suerte y los
medios de hacerlas viables y poder vivir de ello, y así,
poder desarrollar más ideas. Pero estamos viendo que esas
ideas, esa propiedad es tan difícil de proteger, que la
inmensa mayoría con buenas ideas, por miedo a que se las
roben fácilmente, se inhiben de exponerlas y por tanto de
que salgan a la luz en forma de más calidad de vida y
más prosperidad.

Si llevada nuestras mejoras sociales a este punto de
prosperidad y riqueza que estamos disfrutando (al menos comparado
con tiempos atrás), aun a pesar de tener frenado este
progreso en sus inicios cuando, en su embrión, cuando solo
son ideas, y son pocas las ideas, las buenas ideas que prosperan.
¿Podemos imaginar que sería de nuestra sociedad, de
nuestra prosperidad, de nuestra calidad de vida y garantía
de futuro, si la propiedad de las ideas estuviesen debidamente
protegidas y justamente valoradas, y de forma sumamente sencilla,
asequible y fácil para todos, saliese a la luz ese inmenso
potencial de riqueza que hay en todos nosotros?

DERECHO NATURAL A
LA FAMILIA
(1ª parte)

Hubo un tiempo, un rey que para averiguar donde estaba la
Verdad, el verdadero Amor de madre, aquel que se sacrifica
así mismo por la Unidad de Vida. Ofreció en
razonable y justo reparto la mitad de esa Vida a cada madre; a la
madre de la carne y a la madre del espíritu. Sabía
que la Vida fruto del Amor Verdadero solo es en Unidad y como
Padre de Verdad y Unida, y Madre de Amor y Vida, sabía que
no podía dividirse la vida para conceder sus partes,
más que en un mundo de ilusión y prueba.

El rey de este mundo divide la vida y concede las partes.

* * *

Los motivos que dan pie a estos escritos y a divulgar estas
circunstancias personales, comienzan el 19 de Diciembre del 2006.
A primeros de Enero de ese mismo año me echan de casa y me
alejan de una relación normal con mis dos hijos
pequeños, entonces de ocho y seis años, mediante un
juicio de medidas provisionales. El juicio final, se fija para
este día, pero cuado ya estábamos esperando en la
puerta del juzgado, nos comunican que el juicio se aplaza hasta
Marzo del 2007.

Esperaba este día con gran interés y
expectativa, aunque llegado ese momento mis expectativas de que
prevaleciese la verdad y hubiese un juicio justo que no
perjudicase los derechos de ninguna de las partes, especialmente
los de mis hijos a tener una familia en
condiciones mínimas de normalidad en igualdad de
derechos, se habían reducido a que las medidas y cargas
que tuviese que soportar, se suavizaran y se pudiesen hacer lo
más llevaderas posibles, compatible con la nueva
relación, con esa reducida relación que me han
dejado con mis hijos, una vez liquidadas las competencias
normales de padre.

Ante la demanda de
separación de mi compañera, sabía que mis
posibilidades para que se me concediese la custodia eran
prácticamente nulas. Ya lo había solicitado en el
juicio de medidas provisionales, y como era de prever no se me
había concedido. Y según me dice mi abogado, para
el juicio final, si las cosas no cambian demasiado y todo ha ido
con normalidad hasta entonces, suele establecerse definitivamente
las medidas y lo dictaminado en el primer juicio. Solo me
cabía por tanto que me rebajasen la cuantía de la
pensión a los hijos y que no se concediese la
pensión compensatoria que solicitaba mi esposa, y
así me permitiese tener un trabajo que pudiese atender y
dedicar el tiempo, ahora más limitado y delimitado a un
horario restringido, cosa que de camionero era imposible, puesto
que la propia restricción y distanciamiento de los hijos,
no te permite esa relación en los pequeños huecos
que deja estas largas jornadas laborales y además, mi
excompañera no me permitía elasticidad en
los horarios de visita en los que pudiese aprovechar esos
márgenes de tiempo que me dejaba mi oficio, que estos eran
pocos y no podían ser en horarios previsibles.

Aunque mi petición, es tener la custodia integra, en
realidad, mi pretensión, o lo que considero justo y
apropiado es la custodia
compartida, y si me hubiesen concedido la custodia integra,
era sin ninguna duda, para hacerla de hecho compartida. No
admitía, ni admito ninguna solución que no pase por
que nuestros hijos no pudiesen disponer de la presencia,
atención, cuidados y educación tanto de su
padre como de su madre, en igualdad de condiciones y a demanda de
ellos, con plena consideración y respeto a sus
derechos y libertad de
elección, constituido y preservado un mismo principio de
autoridad.
Pero mi abogado me dice que la custodia compartida se concede en
rarísimas excepciones, y en ese caso extremo, se considera
como requisito primero que ambos cónyuges tuviesen
viviendas independientes, y mi caso no era este. No obstante,
como quiera que no me parecía nada bien que nuestros hijos
tuviesen que sufrir una liquidación de la unidad familiar
de estas características y especialmente por las razones
que aquí se estaban dando con denotada y especial
relevancia, al hacer prevalecer intereses personales y
egoístas. Durante todo este tiempo desde el juicio de
medidas provisionales he intentado plantear el asunto, a ver como
se podía compatibilizar esos derechos de nuestro hijos a
tener una familia de mínimos, y como no, también a
mi derecho a poder disponer de mi medio de hábitat, es decir, poder estar en mi casa,
y no tener que irme a vivir de caridad, puesto que es la
única alternativa posible que me restaba, por los recursos que me
quedaban después de atender las necesidades
económicas que obligatoriamente tenía
señaladas para con mi familia. Es lógico pensar que
si antes, con nuestros ingresos
familiares, teníamos una economía muy ajustada, que
llegábamos con dificultad a final de mes
¿Cómo se puede aplicar una medida que significan
desdoblar la necesidad de medios de hábitat y de
equipamiento? ¿De donde? Echar a uno a la calle por la
fuerza como solución de divorcio,
puede solucionarle el problema a una de las partes, pero crea en
la otra parte un serio perjuicio.

Así que con el propósito de buscar soluciones
razonables para todas las partes, sin perjuicio de ninguna de
ellas, aunque sabiendo pueda ser ligeramente incomoda para todos,
pero con el propósito de atender la prioridad de preservar
los derechos más elementales y básicos de todos,
inicio este capítulo de mi vida. E impulsado
también por una serie de circunstancias paralelas que se
vienen sucediendo durante esos días y que culminan en
extraña coincidencia en ese mismo día 19.12.06. Y
esto parece ser, significa ir justo en sentido contrario de lo
establecido, tanto de lo legalmente establecido como de los
socialmente asumido y demandado. Puesto que en economías
ajustadas o precarias, una separación sentimental de
pareja, de matrimonio con
hijos, solo puede hacerse de una forma justa, razonable y sin
consecuencias especialmente negativas para nadie, si hay acuerdos
y entendimiento, en compartir los medios comunes. Y este es el
gran problema: Compartir cosas en común dos personas que
se detestan en la misma medida que en su momento se amaron, y
tener que compartir necesariamente algo que es indivisible: Los
hijos.

Conceder la custodia compartida, dentro de la misma vivienda,
auque se establezcan diferenciaciones en el uso de espacios,
enseres y utensilios, parece ser que es imposible. Es
lógico pensar qué, aunque disuelta la
relación de pareja, y se establezcan unas determinadas
normas de
convivencia y colaboración en la misma vivienda, pero
ahora con el propósito de hacer un trabajo de equipo, de
colaboración familiar, las discusiones y los conflictos van
a surgir de igual modo, especialmente entre dos personas que ya
estaban viviendo un clima de tensión y enfrentamiento
largamente acumulado, pero no, por que haya desavenencias o falta
de acuerdos en establecer las nuevas formas y los nuevos
compromisos para llevar a cabo los objetivos de esa nueva
"empresa" en
común, sino porque se detestan. Y en el fondo de toda
relación, aún con nuevas normas y nuevos
compromisos siempre latirá un sentimiento de rencor y
odio. Así qué, parece que el simple hecho de
convivir con la misma persona que antes has querido o amado, en
otras funciones o relación diferente a la sentimental y
sin que haya un comportamiento
objetivamente negativo por parte de nadie, solo por el simple
hecho de su presencia, y de ser la persona que con anterioridad
has intimado estrechamente, parece ser que es imposible.
Inconcebible compartir el mismo techo si es en otra
relación diferente a la sentimental. Esto es algo que me
ha sorprendido y que verdaderamente desconocía, pero que
sin embargo he podido comprobar que le ocurre a muchas personas Y
esta reacción en la inmensa mayoría de casos parece
inevitable, es decir; el enamoramiento en su sentido puramente
instintivo-emocional, es un ciclo que tiene una primera fase de
fuerte atracción, seguida en muchos casos de una etapa,
con la misma medida e intensidad pero de repulsión. Esto,
parece evidente, es un problema psicológico, subjetivo de
la persona que sufre este proceso de enamoramiento, y no de la
persona que es objeto de esa atracción repulsión,
puesto que una conducta
idéntica por la persona objeto, puede ser asumida por la
persona enamorada, como atracción o repulsión, en
función de su estado
subjetivo y de la fase en que se encuentre su ciclo de
enamoramiento. Por lo tanto, este enamorarse que se distingue por
su gran apasionamiento, a modo de encantamiento que parece que
vamos en una nube y no nos hace ser demasiado dueños de la
realidad, de nuestros pensamientos y de nuestros actos, hay que
considerarlo como un arma de doble filo, o como algo qué,
si en su momento es de mucha pasión, satisfacción y
gozo, vamos a tener luego con cierta probabilidad
su contrapartida, con igual intensidad y medida, pero en signo
contrario. Por tanto lo lógico sería vigilar ese
proceso en nosotros mismos y no actuar inconscientemente,
reaccionando violentamente contra el objeto de nuestro
deseo-repulsa, sobre todo cuando la conducta de nuestra pareja,
objetivamente analizada es idéntica a su comportamiento
anterior y en sus aspectos fundamentales de responsabilidad en
sus tareas y respeto a los derechos de los demás.
Evidentemente, cuando el ciclo de enamoramiento concluye por las
dos partes, los motivos objetivos de rechazo y desavenencia son
por ambas partes, y por tanto, de todo punto irreconciliables.
Pero hay una cuestión muy importante en todo esto, y que
en cierta medida afecta a la dignidad de
las personas, y es que eso de profesarse amor eterno para luego
terminar a tiro limpio, no es serio. Aunque en primer lugar nos
dejemos llevar con cierta ilusión y expectativa, hay que
ver en esa relación de atracción entre pareja,
también un componente perturbador de nuestros sentidos, y
al dejarnos llevar por esas sensaciones y motivaciones, tenemos
que ser igualmente vigilantes de esos procesos, y
nos tiene que preocupar sobre todo, las determinaciones y
compromisos que tomemos en base a esos estados emocionales.
Asegurarnos de qué los compromisos que vamos a asumir con
estos estímulos y motivaciones tienen unas bases y
fundamentos sólidos, porque sino, nos lleva hacer cosa que
socialmente no son serias, es decir: Montar el tinglado que
montamos al rededor de estos sentimientos, de estas uniones, de
esos compromisos públicos por todo alto y con gran
celebración, haciéndolo el acontecimiento de
nuestra vida, para luego quedarse todo en agua de borrajas. Y eso
no es serio.

Estas uniones o enlaces, con estos fundamentos, suelen dar
resultados a veces de graves consecuencias. Conflictos de
difícil solución y en los que el estado se
ve obligado a mediar en última instancia, sobre todo si la
cosa se pone fea, en favor de la parte más débil,
físicamente más débil, no de la parte menos
egoísta o malvada, cosa bastante complicada de averiguar.
Lo digo en estos términos, por que es imposible indagar en
cual de las parte es claramente culpable o claramente inocente.
Ocurre como cuando intentamos mediar en las peleas entre nuestros
pequeños, y pedimos explicaciones de quien ha empezado la
disputa. Después de escuchar a ambas partes en una cascada
mutua de reproches sin fin, y no aclarar nada, decidimos en
última instancia alinearnos con la parte más
débil, no de quien tiene más razón, puesto
que sabemos también que nadie es totalmente inocente.
Nuestra tendencia inevitable es a proteger al más
débil físicamente.

De manera que aquí el estado se encuentra con una
difícil papeleta, en vez de intervenir en la
relación de pareja, intentando recuperar esa
relación, cosa que necesita de un poco de mas
atención y dedicación, opta por la cirugía,
es decir por facilitar la separación, con la gravedad
añadida que puede ser esta unilateral, con la sola
petición de una de las partes. Esto puede tener
algún aspecto positivo, especialmente el de no colapsar y
dar mas fluidez así a los juzgados con esta avalancha de
separaciones que se dan ahora e incrementadas a su vez por tantas
facilidades, por que indagar en la razones que puedan hacer
recomendable o no la separación, y en su caso extremo
buscar la formulas de convivencia y reparto mas justas y
equitativas que respete el derecho de todos y de buen resultado,
puede complicar demasiado un procedimiento
legal. Y porque generalmente mantener la unión a ultranza
supone ignorar los perjuicios y el sufrimiento de las partes
más débiles. Así qué facilitar la
separación, si quiere ser, o acuciado especialmente por un
afán proteccionista en este contexto de violencia
doméstica, tiene que ser alineándose con la parte
físicamente más débil, y como parecen ser
las últimas disposiciones legales, puede ser sin
justificaciones ni explicaciones de ningún tipo, por
ninguna de las partes, supongo que para evitar entrar en una
dinámica de reproches y acusaciones sin fin
que generalmente no llegan a aclarar nada y comprobar en la
mayoría de casos que las dos partes tienen culpa en igual
medida, para finalizar generalmente tomando la misma medida
cuando se tiene hijos menores: Expulsar al hombre. Esto
en principio puede aparentar una rápida y eficaz
solución, en estos momentos en que los juzgados se
colapsan por este tipo de demandas. Intervenir en una
solución mediadora donde se preserven los derechos de
todos, es muy complicado ya que hay que analizar en detalle e
intervenir en la relación, en las razones y causas de las
desavenencias, del conflicto y
actuar en consecuencia, y eso es muy difícil cuando
generalmente no hay voluntad reconciliadora aún tan
siquiera por una de las partes, y no se es suficiente responsable
de las consecuencias negativa que produce. De manera que la cosa
se presenta complicada, pero cuando hay gente claramente
inocente, como los hijos pequeños que salen muy seriamente
perjudicados, creo que algo más, que aplicar una simple y
radical medida de cirugía indiscriminada, de
liquidación de derechos fundamentales, se puede hacer.

Lógico es pensar que el Estado, la sociedad, tiene que
aportar las medidas preventivas necesarias que protejan nuestros
derechos en éste y en cualquier ámbito. Pero cosa
importante es conocer esos derechos, su relevancia y
repercusiones, y establecer en consecuencia un correcto orden de
prioridades para compatibilizarlos en su justa medida y
proporción. Y el derecho de los más perjudicados en
estos conflictos familiares, que suelen ser los hijos
pequeños, a saber son: Ser atendidos en sus necesidades
materiales y en su formación educativa: moral, ética y
del conocimiento,
y todo esto con un trato afectivo y digno. Bueno, aquí
cabría también añadir, el derecho a tener
una familia mínimamente constituida: Padre y madre en
igualdad de condiciones y como un mismo principio de autoridad.
El problema está en que si este añadido
último, este derecho es imprescindible o no, o si se puede
prescindir de ese derecho en cumplimiento de otros, digamos
más materiales o perentorios, y suponiendo que una
correcta actuación dependería del orden en las
prioridades en que se actúe con esos derechos.

Y aquí podemos encontrar la clave del problema: Si en
mi anterior libro, (del que hago un resumen más adelante):
Como Erradicar los Accidentes de Tráfico. Se establece la
relación directa que hay entre la catástrofe que
tenemos en nuestras carreteras, en base a un equivocado orden de
prioridades de nuestros problemas y actuaciones sociales,
aquí ocurre exactamente lo mismo. En esta última
etapa agravada por incidir en dar mayor ventaja legal a la mujer en las
separaciones con hijos, y un apoyo incondicional a ultranza, en
protección frente a la violencia
domestica, cuando todo esto se hace de una forma
desproporcionada y claramente desestimando derechos elementales
de las demás partes.

Puede parecer insensato decir que más importante que
tener a nuestros hijos con sus necesidades materiales atendidas,
es que cuenten con la presencia de sus padres por igual, no
quiero decir exactamente y necesariamente de la presencia
física de sus padres en todo momento y a pedir de boca,
cosa que todos sabemos que por razones laborales, y por la falta
de apoyo social a la familia (Concretamente: De eludir asumir la
sociedad su responsabilidad), no puede ser, sino con la presencia
figurada de sus padres, y como padres en igualdad de condiciones,
en el que haya constituido un mismo principio de autoridad.

Es muy importante que empiece a darse verdadera importancia a
este detalle, pero no para considerarlo un derecho más a
tener en cuenta, sino para considerarlo el derecho primero, el
prioritario, fundamental e insustituible que es. No sabemos
exactamente porque nuestros jóvenes son como son, porque
vemos a nuestro juicio esa actitud negativa, desafiante en casos,
sin aparente referencias morales y con ese desorden de valores de la
que tanto nos lamentamos y que sufre gran parte de nuestra
juventud. No
sabemos exactamente porque ocurre esto. Ni sabemos con exactitud
como repercute en todos los ámbitos en los que
posteriormente van a relacionarse y desarrollar. ¿No
será que en nuestro orden de prioridades en el trato a la
familia en general y a nuestros hijos en particular hay
establecido un orden de prioridades equivocado en sus
derechos?

Si se quiere terminar con este desastre que sufre la parte
más débil, nuestros hijos, con todo su desorden de
referencia moral y de valores. Si se quiere terminar con este
desastre de malos tratos tanto físicos como
psíquicos que sufren las mujeres, y que va creciendo con
esas medidas pretendidamente proteccionistas, pero que a su vez,
tal y como a veces se aplican muchas veces en clara
vejación y humillación, y usurpación de
derechos más elementales e incluso permitiéndose
ser fácilmente manipulables, y claramente inducidos por
intereses egoístas, que instigan, provocan aún
más la acción violenta. Si se quiere terminar con
este desastre que humilla y veja en clara discriminación de derechos a los hombres,
solo por su condición de hombres. Habrá que pensar
en primar lugar, en que algo no se esta haciendo bien cuando todo
el mundo sin distinción sale perjudicado y tan gravemente
perjudicado. Y por tanto habrá que hacer algo que
necesariamente no tenga que pasar por medidas de fuerza,
represivas y de liquidación de derechos, al extremo de ser
algunos de estos derechos constitucionales, y por tanto poner un
orden de prioridades correcto en la toma de medidas en nuestra
acción pública. Y hay cosas en este asunto que se
desestiman tan gravemente como inconscientemente.

Estoy de acuerdo que la violencia que se genera con tanta
frecuencia en el seno familiar y que sufren todos sus miembros,
sin excepción, es muy difícil de atajar y
posiblemente en muchos casos es recomendable disolver esta
situación. Pero eso no justifica generalizar su uso y
mucho menos dar todo tipo de facilidades, puesto que la
disolución trae también consecuencias negativas y
estas pueden ser en muchos casos más negativas que las
qué pretendemos resolver. Por lo tanto hay que buscar
soluciones intermedias. Y por supuesto no culpabilizar a una de
las partes sistemáticamente por su condición
natural. Es decir: El hombre es
el malvado y la mujer la
víctima a priori. Cuando la maldad hemos de reconocer que
está por partes iguales en ambos géneros y en toda
condición humana. Desde luego que intervenir en este tipo
de conflictos es muy difícil, pero es preciso afrontar esa
situación desde su origen, desde las causas del conflicto
y no sobre sus efectos, y dar pasos decididos en ese sentido. En
primer lugar tengo que decir algo que para mí ha sido en
principio eje de mi relación y conducta con mis parejas, y
que sería bueno que de alguna manera se inculcase esa
necesidad en las parejas que formalicen su relación: Saber
aceptar cada uno las circunstancias que nos toca vivir, asumir
esa responsabilidad, y no creer que todas las adversidades y
penalidades que se sufren son rematadamente injustas e
inmerecidas. Y en consecuencia, no ver a en mi pareja la causa de
mis problemas, de la totalidad de mis problemas. En nuestra
función de mejora de la personalidad, en ese marco de
estrecha relación con tu pareja, es un escenario de hechos
y circunstancias, donde podemos vernos reflejados en detalles y
matices de nuestra personalidad que en otros ámbitos u
otros tipos de relaciones no se nos daría la oportunidad.
Esto puede parecer trivial, pero tengo que decir qué a
pesar, o mejor dicho: gracias, a las relaciones dificultosa con
mis parejas y los escollos que he podido salvar en especial
atención a mi personalidad, y siempre con un decidido
propósito conciliador, puedo decir qué, lo mejor
que me llevo de esta vida, me lo han proporcionado ellas. Y sin
ellas no hubiese sido posible.

Sin embargo, los hijos, en cuanto a la relación con
ellos, aunque te aportan y llenan tu vida de interés y
razones de vivir, no son tan fructíferos particularmente
en este sentido, y debido quizás, a nuestra
relación de desigualdad para con ellos. Aunque si en algo
contribuirían enormemente sería precisamente en
esforzarnos por considerarlos como iguales. Mantener las
distancias lógicas en las funciones que cada cual
desempeña en la jerarquía familiar, pero liberarnos
de ese sentido posesivo de propiedad respecto a los hijos y no
considerarlos como una parte consustancial nuestra, y con todos
los condicionantes que surge de sentir a nuestro hijo como
prolongación de nuestra personalidad. Ellos pertenecen en
relación reciproca al conjunto social, todos somos
miembros por igual y en relación reciproca con todos. En
consecuencia, los hijos a quienes interesan y son una necesidad
imperiosa e ineludible, es a la sociedad. Es una necesidad
individual que tenemos, pero como conjunto social que somos. La
sociedad se constituye de esos elementos con los que crece y se
fortalece, del número de miembros de una sociedad y de sus
mejores cualidades y valores depende su estatus, calidad de vida,
fortaleza y seguridad. Cuanto más y mejores sean, en esa
misma medida nuestra sociedad será más competitiva,
más potente, menos vulnerable y con una mejor calidad de
vida. Por tanto, la sociedad como primer beneficiario y
responsable directo, es su problema y responsabilidad prioritaria
sustentarlos en primer lugar, y por supuesto asumir el papel
íntegro de su educación, cosa que necesariamente
significa, en primer lugar y prioritariamente mediar en la
formación educativa de la familia, de todos sus miembros y
en cada una de sus funciones y relaciones. No solo en la educación del
conocimiento, sino en la educación de la ciudadanía en primer lugar, y en todos los
aspectos y ámbitos de sus relaciones
humanas. Pronto o tarde las sociedad tendrá que
afrontar esta responsabilidad directa en toda su
dimensión, pero no institucionalizándola como
acciones de
protección, ayuda o solidaridad
social, sino porque es la forma más efectiva de optimizar
recursos y reconducir ese potencial social del que son portadores
nuestros hijos, en beneficio de todos: De una mayor riqueza, de
una mayor capacidad competitiva, de una mayor seguridad interior
y exterior, y de una consolidada garantía de futuro. Y
esto cambiará cuando los paternidad se considere una
función social y en su conjunto consideren a sus hijos
como iguales, y actúe en consecuencia, y no se atribuya
una responsabilidad a los padres, con unos "derechos de
propiedad" sobre los hijos que no tienen. Los hijos para sus
padres son una responsabilidad, no una pertenencia. Pertenecer,
solo se pertenece al grupo social.

Es necesario por lo tanto, hacer hincapié en este
aspecto de responsabilidad
social para con los hijos: No se trata de que la sociedad,
representado por el estado ‘ayude’ a las familias.
Como por ejemplo ya no decimos que en las tareas del hogar el
marido ‘ayuda’ a la mujer, en todo caso hace su parte
de tarea que le corresponde en esa labor conjunta. A la sociedad,
representada por el estado, la parte de tarea que le corresponde
asumir en esa labor conjunta, es garantizar y cubrir
íntegramente todas las necesidades básicas
materiales y educativas de todos, y especial atención a
los pequeños.

Aunque poco a poco está calando en nuestra sociedad la
importancia de ser consecuentes con esa necesidad, hasta que se
instituya como responsabilidad social y se le de en consecuencia
la atención prioritaria que le corresponde, todavía
tiene que darse unos pasos previos y esto obviamente tienen que
ir en la dirección de evitar aquello que es
claramente contrario a estos objetivos. No solo por que no aporta
nada positivo, sino por que nos lleva en dirección
contraria, nos aleja de nuestra meta y nos empobrece, es un
enorme lastre a nuestro crecimiento social. Y una de las medidas
que precisamente nos llevan en dirección contraria a
nuestros intereses sociales es aportar soluciones a los problemas
de las familias con medidas proteccionistas de fuerza, sesgadas,
unilaterales, si atender a las necesidades verdaderamente
prioritarias y sin respetar tanto los derechos naturales, como
los derechos adquiridos en su justa proporción y
equilibrio de cada uno de sus miembros. Lo desafortunado de
dichas soluciones están avaladas día a día
por los resultados que ya se están dando a corto plazo,
con el incremente de mas violencia doméstica. Pero lo peor
son los desastrosos resultados que se cimientan a medio y largo
plazo. Agravadas por medidas pretendidamente proteccionista como
la Ley de Violencia
de Género
que le da un plus de impunidad a
este despropósito. Esta forma de solucionar los problemas,
que para solucionar un problema se hace a costa de generalizar un
enorme daño
social, es lo que está ocurriendo con la protección
a ultranza de la mujer y en desconsideración a los
derechos básicos de las otras partes, y de cómo se
aplica. Se da la lamentable forma de percibir y valorar los
problemas por la sociedad, en el contexto de una sensibilidad
emocional, desproporcionada, alarmista y fácilmente
influenciable por los medios de
comunicación que por ejemplo, unas lesiones
físicas o un asesinato, es un daño que produce un
especial impacto en la sensibilidad social, mucho mas noticiable,
clama al cielo y moviliza todos los efectivos de
protección, con la desgracia que se recurre a los métodos y
formas más burdos e indiscriminados, por supuesto
más económicos de aplicar, pero todo vale con tal
de parar esos picos de fuerte emocionalidad,
de indignación social. Sin embargo la usurpación,
liquidación indiscriminada y masiva de derechos
fundamentales a consecuencia, que si bien, no produce casos
concretos de excesiva crueldad, dando la sensación de que
es un mal menor necesario para evitar otro mayor, sin embargo de
esta forma, el caudal de daño que se introduce en la
sociedad es enorme, de ingente magnitud, pero eso es lo de menos,
no es un problema noticiable por su emocionalidad puntual y nadie
se alarma por eso, sin embargo, ese mal invade sutilmente cada
una de las células de
nuestro organismo social, con resultados muchos peores, mas
arraigados y mas duraderos. No somos conscientes de ese mar de
injusticia que late en el fondo de nuestra sociedad como
consecuencia de esas medidas totalmente imprudentes, de total
falta de previsión y en casos desesperadas. En cierta
medida ocurre como con la contaminación
atmosférica la estamos envenenando poco a poco sin
darnos cuenta, por la lentitud con que se produce y por el poco
impacto puntual o por lo diseminado con que se hace, que mas
tarde o temprano nos puede estallar irremisiblemente en las
manos, como la peor catástrofe conocida de la humanidad.
No ocurriría lo mismo si alguien pretendiese, por ejemplo,
contaminar el depósito o la fuente de abastecimiento de
agua potable
de una ciudad, aunque solo sea con efectos diarreicos, seguro que
se movilizaría toda la sociedad con todos sus efectivos
para abortar dicha acción. Pues esa es la
característica fundamental tanto de acciones
desproporcionadas e inconscientes como de leyes
inconscientes: Los problemas toman magnitud y respuesta social
cuando los vemos, no cuando están. Recordar los problemas
que tiene el avestruz par defenderse de sus enemigos más
letales, lo fácil que se lo pone, pues en esa misma medida
de su inconsciencia pero en forma aparatosa y desproporcionada es
con la que actúa contra sus mas pequeños e
insignificantes enemigos. No sería del todo malo
liquidarte a tus pequeños enemigos a cañonazos,
salvo que en este caso atrajeses con todo ese alboroto y
estropicio la atención de tu verdadero enemigo.

Nuestra inconsciencia, con sus efectos injustos y
desproporcionados, son lentos y diseminados, pero de enormes
consecuencias, son con diferencia las más graves amenazas
y en casos las que produce daños irreversibles,
daños que son a largo plazo y generalmente quien las pone
en marcha no las llega sufrir en el corto plazo, pero que las
ponemos como bombas de
relojería en las manos de nuestra generación
futura, justamente por la que tanto interés y desvelos
ponemos en darles lo mejor de nosotros, lo que nosotros no hemos
podido tener, o ser, y que ya solo nos queda desear y anhelar
para nuestros hijos. Nuestras más grandes aspiraciones y
anhelos particulares, en esta nueva era de oportunidades,
alimentada e impulsada por la abundancia en proliferación
de medios y recursos, se hace, por esta causa, insostenible para
el conjunto social, precisamente en un momento de nuestra
historia que nuestra única garantía de futuro solo
depende del conjunto: Tremenda paradoja.

Es tan necesario como urgente descubrir ya no solo lo
inútiles que pueden llegar a ser medidas individualistas,
sesgadas, unilaterales y conducidas por el empuje emocional,
especialmente el mediatizado, sino además lo contrarias y
perjudiciales que son como multiplicadoras de la injusticia
social y de sus repercusiones negativas en todos los frentes. Por
tanto se trata de parar primero esta tendencia y luego
reiniciarla en el sentido contrario, o sea, en clara
recuperación de los efectos dañinos ya producidos.
Y esto pasa necesariamente primero por ver el problema en todo su
calado, y luego establecer un orden correcto en las prioridades
de nuestra acción social.

Y la cosa, en el contexto de la familia, en principio no es
difícil, puesto que se trata básicamente de aplicar
medidas preventivas que son precisamente las más
fáciles y económicas, cosa que toda medida de
fuerza y represiva no puede hacer, puesto que necesita que se
materialice el daño para poder actuar en consecuencia. Se
requiere por tanto ir al origen del problema, y el origen del
problema en este caso está en los hijos. Reconocer en
primer lugar que lo que verdaderamente ata en el matrimonio y
hace disoluciones difíciles y traumáticas es la
presencia de los hijos. Por tanto poner medidas para que estos no
vengan por error o caprichosamente es una tarea prioritaria, a su
vez que se estimule y se pongan las bases para que la
procreación sea el elemento fundamental de toda
unión matrimonial, el objetivo
prioritario, y acompañado por supuesto de todo el apoyo
social necesario, como contribución conjunta y reciproca.
Que ya estamos viendo que es una responsabilidad que la sociedad
elude en contra de su más alto interés, en contra
de su propia y mejor rentabilidad social.

Como es lógico pensar, en la misma medida que supone un
alto interés, se han de cuidar sus mejores condiciones
para que los hijos, que como necesaria renovación y
equilibrio generacional, y como necesaria continuidad de las
especie, tengan las mejores condiciones. Y esto, evidentemente
comienza por la familia, atendiéndola y cuidándola
en todos sus aspectos y diferentes etapas, tanto en su constitución, como en su desarrollo y
sostén. Al igual que cuando se cultiva una planta: Desde
que es semilla y se prepara el terreno, y se elige el tiempo
oportuno de la siembra, y se le proporciona los cuidados
necesarios en su crecimiento, y no dejándola que crezca
sin atención, descontroladamente y al albur de sus
tendencias, deseos y caprichos. Por lo tanto, antes de
constituirse firmemente la familia y forjar esa unión a
largo plazo con los hijos, se han de poner todas las medidas a
nuestro alcance, que siendo estas preventivas, nuestras
actuaciones han de prever y anticiparse a los problemas,
preservándonos no solo de las situaciones
traumáticas que estos suponen, sino también de los
enormes costes sociales que suponen su reparación una vez
se ha declarado el mal, el daño causado. Medidas que
tienen sencilla aplicación en sus fases iniciales, y que
han de aplicarse ya desde las escuelas, considerada la
educación escolar en este contexto, como objetivo
prioritario de formación y crecimiento. ¿Qué
cuesta enderezar los tallos de una planta cuando son tiernos?
Aprovechar el paso de nuestros hijos por la escuela, para
inculcarles prioritariamente una educación que tenga que
ver especialmente con valores de conducta y ciudadanía, de
relación entre ellos, en valores de respeto
cooperación y solidaridad. También en
relación a las instituciones
y la autoridad establecida, concienciarse de la necesidad de toda
organización social y aceptar con
satisfacción, la satisfacción en confianza y
seguridad que nos da a nosotros mismos el aceptar la disciplina que
de ello se deriva, y en todos los ámbitos de
relación que nos pueda deparar la vida. La escuela es una
oportunidad inmejorable que disponemos, única, puesto que
es donde empiezan nuestras relaciones sociales como individuos, y
como hombres y mujeres. Donde empezamos a conocernos con esas
vinculaciones y diferenciaciones, y por tanto donde ya empiezan a
fraguarse estereotipos de conductas que pueden ser equivocadas o
no indicadas. Por tanto es el mejor momento para desmontar todos
estas costumbre y roles de conductas tradicionales, en su caso
machistas, discriminadoras, xenófobas, etc. y conducirlos,
estimulando relaciones y valores en igualdad de condiciones, de
respeto mutuo, solidaridad y cooperación. Y sin
desvincularse de ellos cuando empiezan sus etapas de adolescencia,
extendiendo su educación acorde a las etapas que
están cruzando y a sus nuevas inquietudes, con programas de
orientación y asesoramiento que entre otras cosas, y en el
caso concreto que
nos ocupa, se les enseñe a saber elegir la pareja que se
adapte mejor o compatibilice, previniendo uniones que puedan ser
claramente conflictivas, mediante el asesoramiento y la
prevención ante determinados perfiles de la personalidad
que puedan degenerar en violencia o malos tratos. Educarles en un
orden de valores acorde a nuestros tiempo que permitan reorientar
su conducta y que no sean víctimas a su vez de una
educación basada en valores de discriminación y marginación,
reminiscencias de épocas, tradiciones o culturas, que nada
tiene que ver con sus verdaderos principios
culturales o espirituales pero que se han impuesto
incomprensiblemente contra toda lógica
y razón.

Y cuando estas relaciones van encaminadas a la
constitución de la familia, y antes de formalizar
definitivamente la relación de pareja y establecer el
compromiso de matrimonio, asegurar la relación de pareja,
por ejemplo, con etapas de convivencia previas, estrechamente
compartida, en situaciones y circunstancias de toda
índole, con un tiempo recomendable por ejemplo no inferior
a cuatro años (que suele ser la primera etapa de
enamoramiento). Si a pesar de tomadas estas precauciones y una
vez concebida la presencia de hijos surgen las desavenencias y
ante la posible conveniencia de disolución, sería
conveniente disponer de educadores sociales al efecto que
mediasen en el problema. Es decir, que la sociedad tenga
instituidos esos mecanismos de mediación e
intervención previos, y que se pueda desde dentro del
problema, analizar la situación y optar por posibles
medidas de avenencia y reconciliación con planes
preventivos.

Hay que tener en cuenta qué en la mediación en
estas relaciones, no solo hay que atajar el problema actuando en
sus resultado externos o físicos, es decir atajando solo
la violencia física que pueda haber en ello, eso es como
intentar dar una solución a una enfermedad tratando solo
sus síntomas. La causa está indistintamente en
ambas partes de la relación, y por la propia
condición natural tanto del hombre como de la mujer, y de
los roles de conducta que se imponen cultural y socialmente, cada
uno manifiesta su condición egocéntrica, o de
maldad (si se quiere llamar así), con diferentes
cualidades, que en el caso concreto del hombre suele ser menos
inteligente y por tanto de efectos más contundentes, o sea
con violencia física, y en la mujer es más
inteligente y sabe manejarse mejor en conseguir sus objetivos con
la inteligencia y
astucia, y por lo tanto los resultados en malos tratos
psicológico pueden tener resultados tan perjudiciales como
los físicos, y teniendo en cuenta que generalmente el
efecto que produce es reciproco. De algún modo nuestros
miedos, defectos y carencias lo vemos reflejado en el otro con la
singularidad que caracteriza el sexo opuesto.
La pareja podemos decir que es un buen espejo reciproco donde
materializarse condiciones ocultas de nuestra personalidad, que
de otro modo tendríamos muy difícil de ver,
valorar, rectificar y mejorar.

Pero previo a mediar en situaciones que presentan notables
dificultades y de difícil salida, es muy importante que la
relación entre pareja presente las garantías
suficientes antes de asumir el compromiso de concebir hijos, o
sea, recibir el asesoramiento conveniente, dándose los
plazos necesarios, con las experiencias de convivencia
necesarias, y cosa también muy importante:
concediéndose, por que no, el ‘carné’
de pareja o matrimonio para ser padres. Como hemos dicho, si hay
alguna actividad que repercute de forma más decisiva en
los aspectos más esenciales y sensibles de nuestra
sociedad, es sin duda la relación, el trato y la
educación que podamos ofrecerles a nuestros hijos y que
adquiere especiales dificultades y así como también
especiales ventajas cuando se tienen que hacer en acuerdo de
pareja. Una educación que puede ser supervisada y en
estrecha colaboración con las instituciones, sin menoscabo
de preservar la intimidad familiar en todos sus aspectos, una
relación fundamentada en la colaboración, el apoyo
y la preocupación social, y no solo en la vigilancia,
control policial
y las determinaciones jurídicas cuando se dan ya extremos
lamentables. Que sea totalmente accesible, estimulada su
necesidad, con suficiente persuasión en un orden de
valores y de concienciación, libremente asumido y en
ningún caso impuesto. Por tanto se hace necesaria una
información y educación al respecto,
preocupándose socialmente por estas relaciones y ofrecer
las pautas de conducta mejor posibles, recomendadas por
especialistas y profesionales, libremente aceptadas, siendo
insistentes en las recomendaciones pero no imponiendo lo que
creemos correcto, por muy correcto que creamos que sea, salvo que
transcienda claramente los límites de
su propia seguridad o de los daños irreversibles. Consejos
y actitudes
oportunas, no solo para saber instruir a nuestros hijos, sino
saber relacionarnos con ellos cambiando nuestras actitudes
personales si fuese necesario y la relación entre la
pareja respecto a ellos, una relación que pueda servirles
de educación, orientación y sobre todo de ejemplo y
referencia de autoridad, aceptada por el amor y no por el temor.
Sabiendo que la sociedad adulta está ahí en cada
momento y en cada una de sus tribulaciones y de sus necesidades
más vitales e íntimas y que no esconden la cabeza y
ni se lava las manos con la simple prohibición y
persecución, y señalando desde la distancia y desde
la arrogancia lo que esta bien y está mal.

Una formación y apoyo que se hace especialmente
necesario en estos tiempos, en este contexto social de libertades
y especial impulso en nuestra evolución social, como cualquier actividad
que tiene una repercusión importante en los derechos del
conjunto de la sociedad. Por tanto no sería descabellado,
así como hoy en día se necesita títulos o
autorizaciones para todo tipo de actividad que implique
actividades de responsabilidad y de repercusión y riesgo social,
también aquí, en un primer paso conceder
‘Licencias de matrimonios para constituir una
familia’. Saber de algunos conocimientos y consejos
básicos y sobre todo saber que se cuenta con el total
apoyo social en cualquiera de los problemas o desavenencias que
puedan surgir entre la pareja y respecto a la relación con
los hijos.

El compromiso matrimonial es un trámite social que da
paso a formalizar una institución social de importancia
vital para ésta, y por tanto a medida de su importancia
social están también sus consecuencias, si
éstas se dan de forma negativa en la familia, se traduce
automáticamente en un notable problema social. Por tanto
no se pueden instituir un matrimonio sin más, sin haberse
leído al menos el "manual de
instrucciones". Cosa que se debe y se puede hacer ya desde la
escuela con referencias básicas, y posteriormente previo a
la formalización de estos compromisos. Primero: sabiendo
elegir la pareja. Segundo: sabiendo relacionarse en toda
situación y circunstancia. Tercero: sabiendo elegir el
momento de tener los hijos y evitando, previniendo por medios
naturales, no violentos, los no deseados. Cuarto: sabiendo
mantenerlos, tratarlos y educarlos. Quinto, y si a pesar de todas
las medidas preventivas tomadas se comete el error: Saber aceptar
situaciones adversas, etapas difíciles en la
relación y saber superarlas. Y si a pesar de todos los
pesares, la cosa es de todo punto irreconciliable, inevitable, y
el "accidente se produce", el estado, la sociedad tiene que
disponer de medidas de protección efectivas para todos, y
atenuar cualquier repercusión social negativa
reduciéndolo en cualquier supuesto a daños leves, y
con absoluta justicia preservar los derechos de todos.

En nuestras relaciones humanas a lo largo de nuestra vida y en
sus diferentes etapas, interpretamos diferentes papeles en
nuestra conducta: Como hijos, como padres como esposos, como
jefes, como empleados, como compañeros, amigos, etc. cada
una de estos escenarios nos sirve para manifestar diferentes
aspectos de nuestra naturaleza o personalidad, tanto con sus
defectos como con sus virtudes. Según en que escenario,
nos comportamos manifestando diferentes rasgos de nuestra
personalidad, a veces, totalmente contrarias, cosa curiosa siendo
el mismo, y esto entre otras cosas nos aporta la posibilidad de
conocernos, y que en ausencia de esa diversidad de circunstancias
no se darían determinadas conductas o comportamientos por
nuestra parte y sería imposible por tanto darnos a conocer
a nosotros mismos. Conocernos tal y como somos, cosa que es
bastante más difícil y más importante de lo
que imaginamos, y como consecuencia aporta esa oportunidad de
mejora y evolución en nuestra forma de ser, que con toda
seguridad nos va a proporcionar estimadas cualidades y ventajas
aunque aparentemente y de forma inmediata de la impresión
que solo sean problemas penalidades y desventajas sin finalidad
ni sentido. Pero sin embargo en este aprendizaje,
socialmente estamos solos, tenemos que aprender en nuestra
relación como padres, hijos, cónyuges, jefes,
empleados, etc. sin nadie que nos enseñe o asesore.
Hacemos estas funciones de una forma espontánea e
intuitiva, y muchas veces creyendo que lo hacemos bien, y con la
buena voluntad de querer hacerlo bien, sin embargo estamos
totalmente equivocados. Por tanto sería de agradecer por
parte de nuestra sociedad representativa, quienes llevan la
iniciativa social y están preparados para ello, que se le
diese la relevancia que tiene y se pusiesen en marcha acciones de
apoyo, orientación, asesoramiento, etc. en cada una de
nuestras funciones y relaciones sociales. Y en este sentido, la
psicología, la pedagogía, la educación social tiene
mucho que decir y hacer. Tienen que "introducirse" en nuestras
casas, en nuestros puestos de trabajo, en nuestros lugares de
ocio, etc. para enseñarnos la forma correcta de
relacionarnos, a cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros
diferentes roles de conducta, mediando con suficiente tacto,
sutileza y distancia que preserve la libertad de elección
y respete los cánones culturales y tradicionales en un
correcto orden de valores, donde se fomenten relaciones en
ambientas de confianza generosidad, cordialidad, en donde todos
sin excepción tenemos que avanzar en un paso y ceder en
otro, donde no hay culpables ni inocentes por definición o
naturaleza y donde todos tenemos mucho que aportar y mucho
más que aprender de lo que imaginamos. En un
extraordinario respeto a nuestro entorno natural y social, y
aceptación de nuestras circunstancias, que permita sacar
el máximo provecho en nuestra evolución como
personas, en esta extraordinaria oportunidad que nos proporciona
la vida.

Si bien todo esto, de momento solo puede ser un proyecto o
propósito de buenas intenciones, que puede parecer
todavía muy lejos en el tiempo, a pesar de que las medidas
preventivas son mucho menos costosas socialmente que solucionar
los problemas en avanzado estado de deterioro y cuando han
llegado a generan daños irreversibles. Sin embargo, si que
se pueden hacer algunas cosas que son ya absolutamente
necesarias, y se trata de que las leyes, nuestros legisladores
muestren suficiente sensibilidad y preocupación, y las
medidas que se tomen sean con tacto suficiente para no
perjudicar, hacer un mal mayor que el que se pretende solucionar,
o lo sea en la menor medida posible, y que por lo menos, se
evidencie interés y sensibilidad en ello. Y sobre todo
aprender a valorar las consecuencias negativas que pueden
producirse con determinadas medidas, directa o indirectamente,
tanto a corto, como a medio o largo plazo. Si malo es que hayan
soluciones claramente perjudiciales para una parte en beneficio
de otras, peor es, cuando salen todo claramente perjudicados y
peor todavía, es cuando una ley pretendidamente
proteccionista tiene resultados más negativos que antes
con menos medidas protectoras, y los resultados, como en
cualquier gestión
en la que se tiene que velar por los intereses, no importa sean
propios o ajenos, son los que determinan la validez de los
procedimiento, cosa que incomprensiblemente no ocurre muchas
veces en la gestión pública. Y si a esto hemos de
añadirle que si analizásemos en profundidad, en
previsión a resultados a largo plazo, podemos apreciar que
las consecuencias negativas en todos los ámbitos sociales
y el impacto que produce en nuestra estructura
social, son del todo negativos.

Hay un detalle, que se le suma a todo este cúmulo de
errores, en el que estas medidas rematan con resultados
especialmente nefastos, en este, nuestro tan socorrido y
apreciado sistemas de
querer solucionar las cosas por medio de las prohibiciones, la
fuerza y la represión, de no querer contar, de no fomentar
debidamente la libertad de elección y colaboración
voluntaria, y consciente de la sociedad. Que entraña, no
solo resultados peores, sino que alienta y alimenta unos de los
canceres sociales que subyace en nuestra sociedad, prestos a
manifestarse en cualquier actividad social, y especialmente en
las públicas: La Corrupción. El mal en forma de
traición, tanto por cuenta propia, como organizado. Hay
una diferencia entre el ladrón que nos roban para
sobrevivir, por que no encuentra trabajo, o porque no le gusta
trabajar, o como forma de vida, o simplemente para darse la
satisfacción de un determinado estilo o nivel de vida. Y
aquel que nos roba habiendo depositado en él nuestra
confianza, nuestros bienes o
nuestro dinero, con el propósito de administrar un bien
colectivo, y que nos roba generalmente para enriquecerse con
ambición desmedida, sin escrúpulos, y diferenciarse
de sus administrados o súbditos, en un estilo de
vida, de clase, marcada
por la ostentación, la vanidad, el exceso, el despilfarro,
el lujo á?¦, diferenciarse y distanciarse de la
gente que representan, de su realidades, de sus problemas y
necesidades, de todo por lo que predican hipócritamente
estar ahí. El primero ladrón roba de de nuestro
trabajo, de nuestros frutos: Si hiciéramos una
símil o analogía con un árbol, este
ladrón que necesita sobrevivir de una forma más o
menos justificada en este mundo de difícil supervivencia y
escasas oportunidades sociales, especialmente para los más
débiles o menos capacitados, este ladrón
robaría del fruto de nuestro árbol, de un trabajo
ya realizado, a veces incluso de nuestros excedentes. Pero el
segundo ladrón, el traidor, aquel ladrón en el que
depositamos nuestra confianza y dinero, ese dinero que aportamos
para que funcionen nuestros sistemas sociales, sus mecanismos
básicos de funcionamiento, este ladrón roba de la
savia de nuestro árbol e impide que de el fruto esperado
en una proporción de ciento por uno (uno que se lleva, son
cien que no produce). Es el que con enorme diferencia más
nos empobrece, todo lo empobrece a su alrededor. Roba lo
más preciado y esencial de la vida social, nuestra savia.
Roba de la vida de nuestras instituciones, de nuestro
árbol social. Y ese ladrón que se enmascara como
nuestro servidor y que
con sus acciones nos engañan, traiciona nuestra confianza
e impiden gravemente nuestro crecimiento natural, en lo vital,
como sociedad. Ese, es Ladrón de Alta Traición.

Las separaciones matrimoniales en claro alineamiento del
estado con los derechos de la
mujer en detrimento de derechos básicos de los hijos y
del hombre. Evidentemente despierta y alienta, da pábulo
al lado más siniestro y letal del egoísmo humano. Y
más grave todavía instigado y asesorado en mayor o
menor medida de una forma mas o menos consciente por un sector de
la rama profesional que sabe que su negocio, su enriquecimiento
puede ser mayor si se generan conflictos, y en este caso
sencillamente por que se saben vencedores a priori gracias a esas
leyes discriminadoras e injustas Y por tanto se hace
desaconsejable para los intereses propios, sabiéndose con
garantías de victoria segura, ya no solo, el disuadirlos
del enfrentamiento judicial, sino el alentarlos a ello. Llegados
estos extremos la corrupción
muestra su
lado mas perverso y dañino, cuando un ley o una
actuación social determinada, se trasforma en daño
propio extendiéndose por último no solo a todas las
capas sociales, sino también a quienes va dirigida su
protección o ventajas, y multiplica su efecto negativo en
sus propias filas. Estas leyes utilizadas con honestidad y
respeto puede tener su función positiva, pero en este
caso, tal y como se presentan, con la pocas precauciones,
vigilancia y prevenciones al respecto, no solo se hacen
vulnerables, sino tentadoras de ser usurpadas, y se hace
necesario tener notable conciencia del problema y suficiente
sentido de la responsabilidad y honestidad para su correcta
utilización, labor por la que mucha gente no está.
Por tanto, se corre el riesgo no solo de ser con mucha facilidad
instrumento inútil, sino contraproducente, resultando
perjudicial tanto en sus objetivos como en el contexto social en
el que se aplica. La inconsciencia, desde luego, empieza por
hacer leyes fácilmente vulnerables e incitadoras a la
corrupción, y luego pretender dar la solución
ejemplarizante, metiendo a los corruptos en la cárcel,
cuando se ha tolerado, con una total falta de precaución,
previsión y voluntad hacer un descomunal problema de esto.
La solución no está en castigar y meter en la
cárcel a los corruptos un vez hecho el daño, la
solución está en que las leyes prevean estas
acciones y se legisle teniendo en cuenta esta condición
humana, e incluir en toda ley los mecanismo preventivos de
organización y control que impidan estas actuaciones y ese
daño antes de que este se produzca. Soluciones
aleccionadoras y ejemplarizantes a posteriori no les interesa a
nadie, y en ningún caso demuestra que sea una
solución por sus evidentes resultados.

Por lo tanto, la ley en los casos que no pueda ser equitativa,
cosa que no tiene porque, pero llegado el extremo, tiene que ser
especialmente cauta en no dar facilidades, en prever y poner
obstáculos a fáciles manipulaciones y corrupciones,
cosa que creo no es difícil. Un ejemplo concreto: En el
caso de la separación matrimonial. Si las leyes, a la hora
de establecer medidas en clara ventaja a la mujer tuviese un
mínimo de precaución en establecer unas medidas que
sin perder el elemento principal de su finalidad, o sea: en
preservar los medios necesarios para atender a los hijos, se
considerara mínimamente los derechos a quien no se le
concede la custodia de los hijos por norma, o sea al hombre, la
cosa cambiaría mucho, que no sería más que
en la línea de quitarle prebendas a quien se le otorga la
custodia que no son necesarias para su finalidad primordial.
Porque sentirse desde principio vencedora absoluta, dueña
de todo y poseedora de los hijos, eso da muchas ganas de
separarse ante cualquier desavenencia conyugal por pequeña
que sea, especialmente si la etapa de enamoramiento ha
concluido.

Si el uso de la vivienda se concede a la mujer por la custodia
de los hijos, que esta sea en función de las necesidades
de espacio y uso necesarias para cumplir con esa
asignación, pero no en aquello que no sea necesario para
esta función y menos cuando ello suponga en clara
desventaja y total discriminación de derechos para la otra
parte. Por lo tanto es necesario considerar el derecho del hombre
a poder hacer uso de la vivienda, en horarios establecidos y
sobre todo cuando le corresponde atender a los hijos. Por
ejemplo: disponer al menos una habitación, cuando esta no
es necesaria para el normal desenvolvimiento de los hijos, sea de
uso reservado del padre, en donde tenga sus enseres personales y
a la que podrá tener acceso en unos mínimos de
tiempos y veces establecidos, y desde donde podrá atender
a sus hijos, cuando le corresponda los días de visita. Y
las normas para compartir este espacio común regulada y
vigilada por un educador social o persona especialmente dispuesta
para la mediación. Y en el caso de que el dialogo en la
pareja sea de todo punto imposible, será la persona
mediadora a quien se dirigirán ante cualquier desavenencia
o falta de cumplimientos, y será ésta quien
decidirá las pautas a seguir o las exigencias de
cumplimiento. Esto no solo haría un reparto justo y se
vería voluntad por respetar los derechos en este caso del
hombre. Si no que además sería un obstáculo
para la mujer, a lo que le quitaría atractivo para hacer
un uso abusivo injustificado, deshonesto de la ley.

También podemos observar la misma
despreocupación al respetar los derechos de ambas partes
en los procedimientos de
protección física a la mujer. Puesto que dar total
impunidad y salidas airosas a acusaciones de malos tratos por
falsas que estas sean, y otorgar derechos en clara
discriminación contra el hombre, da pábulo y
alienta conductas agresivas contra el hombre que precisamente por
ser actos de humillación y vejación en clara
manipulación y alineamiento de la justicia con los
derechos de la mujer. Al verse el hombre ante tal desamparo en
flagrante injusticia, incita a este acciones violentas (tomarse
la ley por su cuenta), cuando en condiciones normales, o no tan
extremas, no se darían, con un consiguiente mayor y
nefasto balance de resultados negativos.

En la incitación a las acusaciones falsas que alienta
las incondicionales ventajas que la ley proporciona a la mujer y
que se traduce en la detención del hombre por malos tratos
por presuponer un grave peligro físico para la mujer, en
la que por defecto el hombre es culpable, malvado y
potencialmente peligros mientras no se demuestre lo contrario,
hay algunos aspectos a cual de ellos mas graves:

No solo el saltarse un regla básica en justicia como es
tratar a una persona como delincuente a priori, solo con la
acusación verbal, sin necesidad de demostrarlo con
pruebas o
testigos, sino que además en clara discriminación
de derechos, puesto que el hombre, cualquier acusación
hacia la mujer tiene que demostrarla. Y con subterfugios legales
para eludir toda responsabilidad por parte de la mujer aunque se
demuestre la inocencia del hombre. Esta discriminación
legal es un ejemplo a lo que antes hemos mencionado sobre la
corrupción, puesto que estos procedimientos legales
proporcionan también una apetecible fuente de ingresos
para los sectores corruptos de la profesión relacionada,
(profesionales que actúan de mala fe, con tal de
lucrarse), que saben que pueden instigar a acciones conflictivas
que se resolverán con litigios, y por tanto ingresos en
sus cuentas, que bien
llevados sin riesgo de que sus clientes sean
pillados en estas acusaciones falsas, por los subterfugios que
imprudentemente deja la ley.

Es muy importante que el procedimiento de protección
prevea y respete como mínimo los derechos constitucionales
de las dos partes en igualdad, y también como hemos dicho
que no aliente la corrupción. Por lo tanto, cuando se
trate de dar protección a la mujer y ante la demanda de
esta, lo apropiado sería: En vez de tratar a priori y sin
más precauciones, al hombre como un delincuente peligroso,
se trataría de darle la protección debida a la
mujer mientras se hacen las pesquisas policiales mínimas
para comprobar en una primera investigación la veracidad que pueda
encerrar las acusaciones de ésta Y una solución
ligeramente incomoda de protección, haría disuadir
a la mujer de hacer acusaciones falsas. Es decir: en vez de meter
al hombre directamente en el calabozo, invitar a la mujer
incluidos los hijos si procede, a alojarse en dependencias de las
fuerzas de seguridad o lugares de acogida vigiladas por estas, en
condiciones debidas y preparadas al efecto, en que se le pueda
dar debida protección y garantice la seguridad de la mujer
mientras se hacen las comprobaciones e indagaciones policiales
precisas, para comprobar ese mínimo de peligrosidad que
haría aconsejable la detención del hombre.

Como vemos esta forma que tenemos establecida de solucionar
problemas internos de la pareja, trae más problemas que
soluciones, tanto en su procedimiento como sus resultados. No se,
si es que se creen ingenuamente que con estas medidas en casos
indiscriminadas de arrasar con derechos fundamentales, van a
evitar que la mujer sea agredida (por que son las agresiones y
asesinatos lo que más condiciona a los legisladores y
jueces y por la que mas presión
social reciben para actuar en esta línea especialmente
indiscriminada e inconstitucional de liquidación de
derechos básicos) ¿No se les ocurre pensar a
nuestros dirigentes que ese tipo de procedimiento que humilla y
veja tan indiscriminadamente como injustamente al hombre, solo
por su condición de ser hombre, puede inducir a acciones
violenta donde no las había? No se si los resultados son
suficientemente evidentes: más mujeres muertas y
más hombres en la cárcel. Y además los
hijos, que estos, parece no cuentan demasiado como afectados,
sufren este drama con especial intensidad.

(A propósito de meter a un padre o a una madre con
hijos menores en la cárcel. ¿Se sabe que se
está condenando también a esa misma
privación de derechos y libertad a los hijos. Derecho y
libertad a relacionarse con sus padres? ¿O sea: se
está condenando a personas inocentes? He podido comprobar
en algunas ocasiones la preocupación que hay en jueces y
legisladores, de cómo pueden repercutir las medidas de
separación en los hijos y como va toda decisión
encaminada a las mejores condiciones posibles para los hijos.
¿Pero ocurre lo mismo cuando se condena a un padre o a una
madre a la cárcel por cualquier otro delito?
¿Se tiene en cuenta el enorme perjuicio que se les puede
ocasionar a esos hijos menores? ¿Especialmente las leyes
contemplan este aspecto?

Se podría objetar con mucha razón, que no se
puede hacer una legislación penal para padres con hijos
menores y otra para el resto, y que aún así, aunque
se atenuaran las medidas penales, o se dieran ciertas facilidades
para preservar la relación padres hijos, no
dejaría, en cualquier caso, medidas de este tipo,
repercutir de una forma u otra negativamente sobre los hijos.
Aunque la cosa parezca muy difícil, sino imposible, tener
una solución aceptable, puesto que significaría
dejar con impunidad penal a las personas por el hecho de tener
hijos menores, si que se puede hacer muchas cosas por facilitar
una relación mas estrecha. Ya sería importante
hacer algo en ese sentido, por poco que sea, puesto que
demostraría sensibilidad y preocupación por este
problema que ahora es nula. Y como en todas las cosas el problema
empieza a resolverse solo con planteárselo)

Partes: 1, 2, 3, 4
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